El día en que Villa Ventana fue bombardeada

HISTORIAS

Aviones Grumman J2F Duck.

El camino de entrada a la comarca serrana ubicada a se vuelve escénico, las curvas dejan ver las praderas, los arroyos de aguas cristalinas, los bosques y el horizonte ondulante de las sierras donde pastan caballos salvajes. Algunos carteles señalan rincones escondidos, parajes, estancias y destinos que se presentan casi en la intimidad. De toda esta pléyade de lugares abrigados por la tranquilidad, se destaca Villa Ventana, el pueblo más alto de la provincia de Buenos Aires, partido de Tornquist (está a 350 MSNM). 

"Parece mentira, pero en 1955 fuimos bombardeados", cuenta Adolfo Díaz, a cargo de la hostería La Península, primera construcción del pueblo de montaña de 1000 habitantes. Sus paredes esconden historias y misterios. 

El bombardeo es una de las historias centrales. Aún quedan vecinos que no pueden olvidarse el 19 de septiembre de 1955. Las Fuerzas Armadas estaban divididas, las tropas leales a un desgastado Juan Domingo Perón intentaban llegar a Puerto Belgrano y a la Base Aeronaval Comandante Espora (en la localidad de Punta Alta, cercanas a Bahía Blanca), a apenas 100 kilómetros, para sofocar la sublevación comandada por el general Lonardi que pretendía (y logró) derrocar a Perón haciendo realidad la llamada "Revolución Libertadora".

"Tomaron la Villa, la hostería fue su base", relata Díaz. Los pocos pobladores fueron obligados a escapar al campo. Se vivieron horas trágicas. Entre las sierras se veían los aviones Grumman J2F Duck que bombardeaban puentes, vías ferroviarias y lugares donde hubiera combustible. El objetivo era cortarles el acceso a Bahía Blanca a las tropas que aún aceptaban el mando de Perón.

"Cayeron dos bombas en la hostería, una aún se puede ver", señala una ligera depresión en el pasto. El jardín de una hectárea entonces fue refugio de un centenar de soldados que venían de luchar en Saavedra (a 50 kilómetros, donde habían logrado derribar un avión), y avanzaban hacia el sur. En la vecina Tornquist habían montado un campamento. Entre todas las tropas que pretendían sofocar la revolución sumaban 7000 soldados, aunque algunos suponen que el número llegaba a 15.000. El dominio aéreo fue determinante.

En Villa Ventana nadie salía de los campos, los oficiales atrincherados en la hostería esperaban noticias. Sobre la ruta 76 pasaban en vuelo rasante los Grumman tirando panfletos instando a la infantería a capitular. Las comunicaciones se cruzaban y cada bando se adjudicaba la victoria. La rebelión, que tenía focos en diferentes puntos del país, seguía un plan diseñado hasta el mínimo detalle, pero tardaban en llegar partes e informes. Finalmente, Perón anuncia su renuncia, y la guerra que pudo ser, se desactivó, aunque costó la vida de 156 hombres. "De a poco volvieron los vecinos, viendo a los soldados con banderas blancas", cuenta Díaz.