Coronavirus: el cierre de comercios, un problema que también se vive en Coronel Suárez

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Se han registrado casos en nuestra ciudad. El problema es la caída enorme de las ventas y la consecuente falta de recursos para pagar alquileres y sueldos.

Ezequiel Vasena le dijo adiós a su sueño de tener un restaurante. 

Por ahora no son muchos, pero poco a poco el fenómeno que ya se está viendo en ciudades más grandes -como Bahía Blanca- se replica en la región: el cierre definitivo de comercios, golpeados hasta el knock-out por la crisis económica derivada de las medidas dispuestas para combatir el coronavirus.

En la lista hay desde comercios que aún no han podido abrir, como restaurantes, hasta aquellos que brindan servicios esenciales. Los problemas son similares: una enorme caída de las ventas y los ingresos, lo que complica el pago de alquileres, salarios y el resto de los gastos.

“Cerrar no es fácil para nadie, y mucho menos para el que con su negocio cumplió el sueño de toda su vida”, cuenta Ezequiel Vasena, quien se convirtió en el primer suarense en cerrar su local en medio de la cuarentena en el distrito de Coronel Suárez.

El empresario había llegado de Capital Federal a la ciudad con el empuje de la juventud y un anhelo por cumplir: tener su propio restaurante. Lo logró hace poco más de un año con “Las Juanas”, pero días atrás, por la crisis provocada por el aislamiento social y obligatorio, tomó la decisión de cerrar las puertas.

El motivo es el mismo que el de otros comerciantes: los sueldos -en este caso, de cuatro empleados-, las cargas sociales, el alquiler del local y otros gastos fijos pesaban cada vez más a medida que se anunciaba la prolongación de la cuarentena y la prohibición de abrir, hasta que un día se transformaron en insoportables.

“Cerrar fue difícil, porque todo lo que logré fue con mucho esfuerzo familiar, de amigos. Al comienzo estaba lleno de metas a cumplir, y me imaginaba mi vida dedicado a esto”, reveló.

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Instalar el restaurante en Pueblo San José fue una apuesta fuerte, pero contaba con que tendría el respaldo de quienes pedían “el calor de la comida familiar típica y la atención personalizada”. Y le fue bien, hasta que llegó la pandemia.

“Tenía todo en regla: el personal, los servicios, los impuestos. Pero, al estar en la colonia, el delivery no era una alternativa. Iba a ser algo muy costoso, así que tuve que tomar esta decisión”, dijo.

“Cuando publiqué en las redes (sobre el cierre) me llegaron cientos de mensajes de clientes y personas que no conocía por los buenos momentos vividos acá. Una chica con un nene autista me hizo emocionar, porque me dijo que era el único lugar en donde su hijo se sentía tranquilo, a gusto”, mencionó.

Vasena señaló que consideraba a sus empleados como amigos.

“Todos éramos iguales. Ellos se imaginaban por dónde venía la situación cuando los llamé para avisarle, pero fue un momento muy duro tener que comunicárselos”, lamentó

Como todo emprendedor y como muchos de los argentinos, Vasena no quiere quedarse de brazos cruzados.

“Tengo muchas ideas, pero tengo que pensarlas muy bien. Mi familia me apoya, pero sé que si me la juego y me va mal, los arrastro. No es fácil en este país emprender algo”, comentó. 


De esta experiencia -dijo- intentará aprender todo lo posible.

“Pienso en los errores que pude haber cometido y de qué manera puedo mejorar lo próximo que haga. Y lo que me llevo es el reconocimiento de la gente, el amor recibido, el trato con proveedores, con los que fueron mis empleados. Sé de dónde vengo y a dónde quiero ir; eso lo tengo claro”, finalizó.