Un suarense viudo y padre de dos hijos será ordenado sacerdote en Neuquén

Marcelo Rodolfo Reynoso nació el 21 de marzo de 1964 en Coronel Suárez. Hijo de Mirta Esther Ekert y de Rodolfo Reynoso, hermano de Emilce Elizabeth. Viudo de Alejandra Mónica Solano, padre de Guillermo Emanuel y Leandro Ariel. 


La diócesis de Neuquén tendrá este sábado 21 de noviembre un nuevo sacerdote. Se trata del suarense Marcelo Rodolfo Reynoso, de 56 años, viudo y padre de dos hijos, que recibirá la ordenación sacerdotal del obispo diocesano, monseñor Fernando Croxatto en una celebración que se llevará a cabo a las 17 y será transmitida por las redes sociales de la diócesis. En preparación a este momento tan especial, Reynoso relató su historia de vida, su llamado y los motivos de este paso tan importante en su vida.

"Ssoy viudo hace 8 años y tengo dos hijos, Guillermo de 31 años y Leandro de 29. Estoy ahora como diácono incardinado en la parroquia de Nuestra Señora de Lourdes", contó.

En cuanto al llamado a esta vocación, reconoció: “Yo recibí el llamado en la pascua de Alejandra (su esposa). Yo sentí que ella, que fue la que siempre estuvo llevando a Jesús a nuestra familia, fue catequista, le dio la catequesis a nuestros hijos, me acompañó siempre a mí también en este camino de encontrar a Jesús y sentí en ese momento, en ese llamado: Yo llegué hasta acá, ahora tenés que seguir vos y ese fue como el puntapié, después Dios se encarga de hacer de esta vasija de barro lo mejor”.

Así comenzó su camino al sacerdocio en el que, admitió, “uno empieza a no entender qué es realmente lo que quiere el Señor de nuestra vida, camina por aquellos lugares de no soy digno de semejante regalo. Y así fui caminando, fui presentándome primero con mi director espiritual, el padre Roberto Gómez, después con mi director espiritual Mario Pacher, hablé con el entonces obispo Virginio, y ahí comenzó mi camino hace ocho años”.

Sobre los momentos previos a la ordenación, consideró que los vive “como todo lo que me ha dado Dios: Todo, todo, todo es regalo de Él. Todo lo que ha pasado en mi vida, todos los momentos que tengo y que atesoro son todos regalos de Él. Y por algo Él lo ha decidido y lo ha querido, y no solamente eso, sino que el hecho de darme todo aquello que me falta”.

"Uno pone la voluntad para seguirlo a Él, la perseverancia, pero Él pone el resto de su sabiduría, de su amor, de su misericordia, de su perdón, y de hacer de este barro una vasija que puede contener ese amor que Dios nos da para dar a los demás".


“Vivo este momento con mucha paz, realmente cuando uno se pone a pensar lo que va a recibir, parece que nuestro corazón fuera a estallar”, describió, y añadió que se trata de una paz “que el Señor me regala cada día en el amor de la comunidad, en el amor de mis hermanos, en el amor de mi familia que me acompaña, de mis hijos, en todas esas personas que se acercan a decirme que me acompañan, que me aman, está el amor de Él”.

El lema elegido es “No puedo callar lo que he visto y oído”. Al respecto, Marcelo señaló: “Es un lema que antes de mi ordenación diaconal, en el camino del seminario - yo el seminario lo hice en Neuquén, a distancia y trabajando, con mi familia, con mis hijos en mi casa, que también fue un regalo de Dios - un día charlando con el obispo Fernando, en un retiro de seminaristas hablábamos de esto, de por qué uno seguía a Dios, y yo dije porque no puedo callar lo que he visto y oído. Es el lema de mi ordenación diaconal y va a ser el lema de mi ordenación sacerdotal, porque no puedo callar todo ese amor que el Señor me ha dado. En esto de poder mostrar algo de lo que él nos da y de la alegría de vivir lo que Él nos da día a día, es esto de no poder callar”.

“Incluso pasando los momentos más difíciles de mi vida, siempre Él está presente y siempre me ha dado todo ese amor que Él quiere que yo dé hoy”, sostuvo.

Finalmente, dejó un mensaje a la comunidad: “Vale la pena seguirlo a Jesús, es el mejor de los regalos”.

Realizó sus estudios primarios y secundarios, también cursó parte de la carrera de Ingeniería Industrial.

Desde 2006, participó en diversas actividades en la capilla Virgen del Rosario de la ciudad de Neuquén.

Durante este tiempo de oración y servicio descubrió su llamado a la vida sacerdotal. Comenzó su período de discernimiento, en el Seminario Catequístico Juan Pablo II. Continuando sus estudios teológicos y bíblicos en el Centro de Estudios Filosóficos y Teológicos de Córdoba (CEFyT).

Durante un tiempo acompañó a las comunidades de Nuestra Señora de Fátima, San Francisco de Asís y Nuestra Señora del Valle. Y luego de recibir su ordenación diaconal fue destinado a la parroquia Nuestra Señora de Lourdes, hasta la actualidad.