San Andrés de la Sierra crece como refugio de exiliados de las ciudades que buscan una vida más tranquila

HISTORIAS

San Andrés de la Sierra en el partido de Tornquist -distante a 110 kilómetros de Coronel Suárez y a 560 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires- es un privilegiado loteo de hermosos paisajes donde la familia puede llevar una vida tranquila y a la vez con todas las posibilidades a su alcance para realizar actividades deportivas y recreativas, está recostado sobre la base del cordón serrano, la ruta 76 lo separa de la Villa La Gruta, otro pequeño pueblo de 80 habitantes donde se ubica Capilla de Fátima. 

La amplitud de sus calles de 30mts son condiciones poco encontradas en otros puntos del país, la pendiente natural tiene la gran ventaja que cualquier construcción o forestación no permite obstaculizar la increíble vista del lugar. Allí existe un almacén que provee de mercaderías a ambas poblaciones. Además, está dentro del circuito turístico de Sierra de la Ventana y Villa Ventana, localidades vecinas que son visitadas por miles de turistas al año. 

El Parque provincial Ernesto Tornquist, donde se ubica el famoso “Cerro Ventana”, está a tan solo 4 km de distancia, y a las espaldas de este poblado, el punto mas alto de la Provincia de Buenos Aire: El cerro Tres Picos.

Liliana Puliti, de 47 años, era bibliotecaria en una escuela en el conurbano, junto a su familia dejaron el Gran Buenos Aires y sus ruidos para vivir junto a la presencia de zorros, las liebres y los silencios.

El matrimonio que tiene cuatro hijos vendió su propiedad en Berazategeui y en 2015  construyeron su casa en San Andrés de la Sierra. "Nos dimos cuenta de que ya no pertenecíamos a la ciudad", dicen.

"Cuando llegamos en el 2015 éramos siete familias", recuerda Liliana. Todas han escapado de las grandes ciudades buscando un espacio de paz, lentamente fueron llegando y hoy son 58 habitantes. "La mayoría de los que vienen quedan enamorados del lugar, agradecidos, y emocionados porque ven que otra manera de vivir es posible", afirma Liliana.

"Cuando vemos los noticieros de Buenos Aires, se nos hace que todo eso pasa en otro país", asegura.

"No queremos luz de alumbrado, elegimos ver las estrellas", cuenta con orgullo Liliana. Por las noches, este racimo apenas visible de casas se ilumina con el resplandeciente haz de las constelaciones. "La Vía Láctea da mucha luz", afirma su marido Javier. San Andrés de la Sierra y sus atildados y soñadores vecinos le dicen que no al alumbrado público. "Y tampoco queremos asfalto, jamás", agrega Javier. "En verano tenemos una invasión de luciérnagas, es hermoso", asegura Liliana.


Oscar Lorenzini, de 69 años, era visitador médico en Bahía Blanca y se mudó a San Andrés de la Sierra en 2016. Compró un terreno de 1200m2 y para tener electricidad, tuvo que poner tres postes y 70 metros de cable. "No tiene precio, cuando salís y ves el paisaje, todo se te hace fácil", afirma. Su casa tiene una piscina con panorámica a los cerros. "Hemos vuelto a las cosas básicas", acuerda. La normalidad es encontrarse para cenar o tomar mate.

Eduardo Liehart, de 70 años y su esposa Inés Cetra, de 66 años, son oriundos de Punta Alta y están desde el 2016. "Cuando éramos novios nos enviábamos cartas, escribíamos que queríamos vivir en un lugar al lado de las sierras", afirman .

Las familias que llegan son nuevos pioneros, formaron una Sociedad de Fomento y en estos días están pintando los postes con los nombres de las calles. "Es nuestro lugar en el mundo. Sabemos que hemos cumplido nuestro sueño, lo estamos viviendo", finaliza Inés.

Actualmente existen en San Andrés 4 complejos de cabañas que hospedan a aquellos visitantes que desean contemplar las sierras en su máxima expresión, por la poca vegetación que alli se encuentra, dado que se trata de una localidad joven y en crecimiento.