A 65 años de la Revolución Libertadora: cómo se vivió en Coronel Suárez

Hace 65 años, el 16 de septiembre de 1955, un sector de las Fuerzas Armadas encabezado por el general Eduardo Lonardi derrocaba al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón. 

Isaac Rojas y Eduardo Lonardi.

La irrupción de la Revolución Libertadora en la vida nacional marcó un hito que dejó secuelas tan grandes que sólo el tiempo ha logrado borrar.

Con ese movimiento militar terminaba la presidencia del general Juan Domingo Perón y, por consiguiente, también culminaba el mandato de don Matías Hippener como intendente municipal.

Una parte muy importante de la ciudadanía tenia serios problemas con el gobierno de Perón, al que observaban como antidemocrático y propenso a la demagogia, inclusive se le criticaban muchas de sus actitudes a las que tildaban de fascistas.

Esa gente deseaba, mas que nada, terminar con un gobierno al que consideraban tiránico, pero al que resultaba muy difícil derrocar pues contaba con un apoyo popular muy importante. Sin embargo, las peleas de Perón con la Iglesia Católica y el manifiesto disgusto de amplios sectores de las Fuerzas Armadas con su gobierno fueron ampliando la base de sustentación de un golpe militar.

En nuestra ciudad, también el peronismo tenía fuertes detractores, los que en vista de la situación imperante decidieron organizarse y comenzaron a entablar contactos con diversos sectores de las Fuerzas Armadas, especialmente con la Marina asentada en Puerto Belgrano.

La organización era tal que funcionaban en células cerradas, desconociendo a los integrantes de las otras células, una medida de seguridad que impedía que el descubrimiento de un grupo pudiese culminar con la desarticulación de todos los demás, aunque se sabe con certeza los nombres de varios de sus componentes, la mayoría militantes del socialismo y del radicalismo, fuerzas ampliamente opositoras al gobierno peronista.


Estos grupos cerrados se habían armado convenientemente, pues suponían que era muy probable que los seguidores de Perón saliesen a la calle a defender a su líder, cosa que no sucedió. También habían organizado una pista de aterrizaje clandestina, la que debería ser utilizada en caso de ser necesario e inclusive se había elaborado un sistema de balizaje precario, pero que se comprobó sería efectivo.

Cuando ya la revolución era inminente, algunos componentes de los grupos se asustaron y quisieron retirarse, algo que les fue impedido por la decidida actitud de los organizadores de esas células.

Producida la Revolución Libertadora, la tarea de estos grupos antiperonistas no fue necesaria mas que para tareas de inteligencia, como por ejemplo vigilar las viviendas de los cabecillas sindicales, o la comisaría o la estación de tren, pero como no hubo resistencia no fueron necesarios los enfrentamientos que seguramente hubieran culminado con alguna muerte.

Con el éxito de la Revolución Libertadora asegurado, llegó hasta Coronel Suárez una delegación de marinos desde Puerto Belgrano, siendo recibidos y agasajados por una multitud, ya sea en el acto central desarrollado en lo que hoy es la plazoleta Libertador General San Martín y en la cena servida en los salones del Centro Blanco y Negro.